Hay mil formas de ganar y el Real Madrid lo ha demostrado en menos de 72 horas. Hay triunfos para presumir como el del jueves ante el Milán de Scariolo y otros en los que cuenta poco más que precisamente eso, el triunfo. Al final todos valen y todos ayudan porque todos suman y de todos se aprende; O se debería. El partido del Real Madrid en el Centro Insular fue uno de esos que pueblan las temporadas: nadie se acordará demasiado de él pero cuenta. Y bien está recordar que la visita a Gran Canaria siempre es una cuestión peliaguda y que en esa pista saltan chispas por mucho que esta temporada apunta a perfil bajo para un equipo que viene siendo un milagro en movimiento durante años. Esta vez, parece, le puede tocar pelear en plantas inferiores de la liga. Pero tiene afición, un buen entrenador, corazón y una plantilla que no está mal pensada por mucho que sea evidente el agujero que han dejado los Carroll, Wallace y Moran.
El Gran Canaria no se fue nunca del partido y fue mejor cuando se jugó en el ritmo y según el plan de Pedro Martínez, un tipo meticuloso al que separaron del éxito, o de rozarlo, un puñado de tiros abiertos que sus jugadores no metieron. Con una defensa asfixiante el equipo canario (una victoria en cinco partidos) llegó a un 16-8 tras nueve minutos y mantuvo el partido en un gélido 24-24 al descanso. En el último cuarto ahogó al Real Madrid con una presión desesperada. Se cargó de faltas, perdió por eliminación a Bramos (15 puntos) y Green pero tuvo al Madrid viviendo de tiros libres y sin anotar en juego durante más de ocho minutos y hasta que Rudy metió una canasta circense sobre la bocina de posesión. Sólo su corazón no quiso ver que el 24-40 del minuto 24 era definitivo y gracias a esa fe ciega puso el partido en un amago de pañuelo (51-58 con cuatro minutos por jugar). Pero le falló el estoque, la precisión en los tiros que podrían haber metido el partido en colapso: triples abiertos, contras en las que el balón se escurrió de las manos... de eso vivió un Real Madrid al final práctico, aplicado en defensa y rebote pero muy poco edificante en ataque entre pérdidas, malos tiros... y más pérdidas.
El Real Madrid ganó, en realidad, en el tercer cuarto. Le bastó en un partido más de sensaciones que de números (60-68 en el marcador, 40-89 en valoración). Todo lo que tuvo de cuestionable el resto del partido lo tuvo de brillante en esos diez minutos en los que descabalgó al Gran Canaria. Y lo hizo sin Ibaka, que sigue entrando en dinámica y que, como ante Milán, sólo jugó en el segundo cuarto. Entonces fueron 100 segundos, esta vez algo más de ocho minutos: 3 puntos, 3 rebotes, 2 tapones, 8 de valoración. Ese tercer cuarto comenzó con un parcial de 0-16 (24-40) y se cerró con un marcador de 15-30 (39-54) que definió el resultado. Metió seis triples, tres de un Rudy, que anotó 12 de sus 14 puntos en esa fase del partido, y otros dos determinantes para cerrar el cuarto. En esos minutos rompió las cadenas de Pedro Martínez y lució una dosis determinante de calidad. Tiene más y mucho más repartida que su rival. Y eso, 0-16 en poco más de cuatro minutos, valió el triunfo. Bien en defensa, suelto en ataque con Rudy al mando y mejor en la intimidación y un rebote que había pertenecido a Gran Canaria en el primer tiempo.
Durante el resto del partido, los otros tres cuartos, el Real Madrid estuvo entre lo obtuso, lo atascado y lo infumable. Rudy no existió en le primer tiempo pero hizo su labor después, visto y no visto. Llull estuvo discontinuo y Suárez se diluyó mientras que fue casi nula la aportación de Mirotic y Tomic. Al croata le volvió a comer terreno un Begic determinante en defensa (6 rebotes, 3 tapones) y a un Mirotic desaparecido le sacó de la foto Felipe, que interpreta como nadie estos partidos de albañilería y agallas: 9 puntos (9/10 en tiros libres) y 13 rebotes. Tampoco entró en ebullición Pocius y Carroll, recibido como el héroe que fue para el Granca, pasó de puntillas (9 puntos pero 2/10 en tiros). Así que lo mejor del Madrid más allá del tercer cuarto de Rudy y la constancia de Llull, Begic y Felipe, fue la capacidad de Sergio Rodríguez para cambiar el ritmo del partido en el segundo cuarto. Al canario le estropeó la figura su poca cabeza y sus pérdidas de balón en el último parcial.
El 24-24 al descanso, las 29 personales de Gran Canaria o el empate a 42 en rebote son cifras que explican la dureza y la textura casi corrosiva del partido. Ninguno de los dos equipos llegó al 70% en tiros libres (12/19 el equipo local, 21/31 el Real Madrid). El 4/20 del Gran Canaria en triples compensó el 10/30 del Real Madrid en tiros de dos. Hubo 26 pérdidas (12-14)... y mucho baloncesto de trinchera. Conviene quedarse con la defensa de Gran Canaria en el primer cuarto y el ataque del Real Madrid en el tercero. Con la ráfaga de Rudy, el corazón de Bramos, la percusión de Felipe... fue un partido de esos y lo ganó el Real Madrid, que sigue sumando pero que tendrá que sacar del armario su versión de altos vuelos porque la próxima visita, en cuatro días, será al infierno de Tel Aviv. Allí no bastará con un puñado de minutos. En Gran Canaria y al menos esta vez, sí.
FICHA TECNICA
Gran Canaria 2014 (16+8+15+21): Green (3), Bramos (15), Savané (2), Nelson (7), Beirán (2) -quinteto inicial-, Martínez (2), Palacios (6), Bellas (4), Ekperigin (-), Rey (8) y Haynes (11).
Real Madrid (12+12+30+14): Tomic (4), Fernández (14), Suárez (10), Mirotic (2) y Llull (9) -quintento inicial-, Pocius (2), Reyes (9), Rodríguez (6), Begic (-), Carroll (9) e Ibaka (3).
Árbitros: Antonio Conde, Benjamín Jiménez y Pedro Munar. Eliminaron por personales a los locales Green y Bramos.
Incidencias: Unos 5.127 espectadores acudieron al Centro Insular de Deportes en este encuentro correspondiente a la quinta jornada de la Liga ACB.
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