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R.VALLADOLID 1-R.MADRID 0:BLOQUEO PREOCUPANTE


El Valladolid se impuso con justicia pero sin alardes, mientras el Madrid fue incapaz de reaccionar, de rebelarse a las críticas, de rescatar al entrenador. Su partido fue anodino, terriblemente vulgar, aliviado apenas por tres o cuatro ataques de orgullo. O deberíamos decir de talento. Sí, porque el problema del Madrid ya no es la voluntad, ni la buena ni la mala. Los jugadores se entregan sin objeciones y se desesperan al sentir que ni eso les alcanza. No nos encontramos, pues, ante la indolencia de un puñado de genios, como ha ocurrido otras veces. Lo que se ha extraviado aquí es la confianza, el ingrediente que transformaba una plantilla muy ajustada en un grupo corajudo y ganador.

Y con la confianza ha volado todo lo demás. Casillas, por ejemplo, ha perdido el ángel. Es como si le hubieran arrancado las alas. Y ve entrar lo que antes rechazaba. Y sus despejes con el pie fulminan a Cannavaro porque lo trágico, al final, emparenta con lo cómico.

La desconfianza ataca a cada jugador de un modo distinto, pero implacable. Marcelo ha pasado de ser discreto a resultar irritante. El comandante Heinze parece ahora un charlatán de carromato; Van der Vaart, un fantasma; Drenthe, un actor. Y así se propaga la enfermedad, aniquilándolos a todos excepto a Gago, Raúl e Higuaín, que son inmunes a la desesperanza o lo disimulan muy bien.

Es difícil saber qué ha ocurrido. Tal vez sucedió que el Real Madrid había llegado a creer que todo estaba destinado a salirle bien. Hasta el fichaje de Cristiano Ronaldo. El club se embriagó de títulos y de optimismo y no supo reconocer las carencias, preparar el futuro, fortificarse. Luego, al primer contratiempo, reventó Schuster, cuyo estado natural es el piquete. Después se sucedieron las lesiones de dos futbolistas que se han confirmado esenciales, Pepe y Van Nistelrooy. No hizo falta más.

La consecuencia es que el Madrid que ayer saltó al José Zorrilla no era el vigente campeón, sino el actual deprimido. Sin el abrigo del Bernabéu, al equipo no le queda nada, no tiene ritmo, ni reacción posible, y cada sustitución induce más a la melancolía que a la ilusión: Drenthe por Marcelo, Saviola por Javi García... Llorar y llorar.

De manera que sólo sobrevive el talento aislado: un tiro de Sneijder, una ocasión de Higuaín, el bregar de Gago o el instinto de Raúl. No es su orgullo lo que brilla, no metamos esos huevos en esta cesta, es su talento.

El Valladolid tiene el mérito de haber hurgado en cada herida. Presionó arriba para impedir la circulación, se apoderó de la pelota e inundó con su entusiasmo la rabia del rival. También le favoreció la sensatez de un dibujo que no imagina un campo hexagonal, sino sencillamente rectangular. Mendilibar ocupó las bandas, repartió labores en el medio campo y prescindió de un ariete para alinear a un sabio con toga, Víctor.

Escondido.

El resultado es que el Valladolid dominó el juego mientras el enemigo esperaba en su campo, agazapado como si defendiera media docena de goles. No es eso el Madrid. En los últimos tiempos ha sacado lustre al contragolpe como recurso ante una debilidad asumida, pero el contraataque es una suerte que necesita tanto de la velocidad como de la alegría. Y ya no queda nada.

Aquella falta de armonía que antes resultaba simpática y caótica, ahora se revela como un problema que amordaza al Madrid desde las bandas. Marcelo no existe y Sergio Ramos pide perdón cada vez que sube, muchas veces con razón.

No mejoraron las cosas con la titularidad de Javi García ni con el regreso de Van der Vaart, al contrario. El equipo se colapsó por el centro, abandonado por Guti, que volvió a jugar a James Dean, aunque James Dean dejó de serlo a los 24 años y Guti ha cumplido ya 32 castañas.

A los once minutos, García Calvo resolvió un córner con un cabezazo que despejó Marcelo desde la línea de gol. Sergio Ramos, su marcador, se quedó por el camino. Es un hecho: se ha corrido la voz de que el Madrid reparte caramelos en los saques de esquina. Higuaín respondió siete minutos después con un contragolpe que le enfrentó cara a cara con Asenjo. El portero desvió su remate.

Pedro León y Vivar Dorado se bastaban para desquiciar a un Madrid que cuando superaba el muro del mediocampo se encontraba con Marcos y García Calvo, que más que ex madridistas parecían ex novios, por el ardor.

Si la primera mitad finalizó con un balón peinado por Raúl que estuvo cerca de sorprender a Asenjo, en la reanudación el Valladolid golpeó primero y al mentón. Pedro León burló por la derecha a Heinze, que se puso fino y quiso salvar el fuera de banda. De su confusión nació el gol: Pedro León se escapó con un autopase y asistió a Canobbio, que tuvo tiempo de armar el rifle, apuntar y disparar. Hasta tres jugadores intentaron impedir su remate, pero el zurdazo entró como un meteoro.

Reacción.

El Madrid tenía 43 minutos por delante y debió parecerle mucho, porque tardó en reaccionar. Fue el Valladolid quien rondó el gol en los minutos siguientes, primero con un remate desde el suelo de García Calvo y luego con un centro al área que Casillas activó con una salida a ninguna parte.

La locura de Drenthe dio el fruto de un buen centro que nadie atendió, porque seguir sus ocurrencias perjudica al corazón. Después Sneijder, que había entrado por Van der Vaart, puso a prueba a Asenjo con dos disparos durísimos. Borja asistió a Raúl con un pase retrasado que merece galeras y Pedro López desvió bajo palos un cabezazo de Cannavaro. A esas alturas Asenjo se sentía invencible, como si le hubiera arrebatado los poderes a Casillas.

No hubo más. El Valladolid celebró el triunfo como quien se quita un peso de encima y el Madrid se despidió tristemente, alejado de aquel equipo que plantaba un jardín en cada trinchera, sin ilusión y sin confianza, sólo con un poquito de talento.

Fin a la racha de 20 partidos marcando

El 1-0 de ayer puso fin a la racha de 20 partidos seguidos marcando en Liga que llevaba el Madrid. Desde el 15 de marzo (1-0 ante el Depor en Riazor) no se quedaban los blancos sin ver puerta en el campeonato.


FICHA TECNICA:

Real Valladolid: Asenjo; Pedro López, Prieto, García Calvo, Marcos; Vivar, Álvaro Rubio; Pedro León (Borja, min. 68), Canobbio (Baraja, min. 81), Sesma y Víctor (Oscar Sánchez, min. 90).

Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Cannavaro, Heinze, Marcelo (Drenthe, min. 69); Gago, Javi García (Saviola, min. 81) Guti; Van der Vaart (Sneijder, min. 62), Raúl e Higuaín.

Gol: 1-0: Min 48, Canobbio.

Árbitro: Fernández Borbalán (colegio andaluz). Amonestó a García Calvo, Canobbio, Pedro León, Van der Vaart, Guti y Gago. Dos amarillas a Gabriel Heinze, expulsado en el minuto 88.

Incidencias: Estadio José Zorrilla. 21.000 espectadores.

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