
El primer cuarto del clásico (que llegó con los dos equipos en su mejor momento de la temporada) fue un canto al juego de ataque. El marcador (27-24) apuntaba a romper las quinielas de un partido que se presumía más rugoso y de menos anotación. El Barcelona, sin Lakovic, tomó las primeras ventajas con dos triples de Lubos Barton, pero el Real Madrid asustó al Palau con las armas de su gran triunfo de Moscú: el habitual trabajo en el rebote, el buen momento de Mumbrú y el acierto en el tiro de tres, hasta esta semana una lacra para el equipo. Los de Plaza acertaron con sus cuatro primeros lanzamientos de 6,25 y despegaron hasta un 12-18 que necesitó la intervención rápida de Navarro.
Porque el partido, en el que empezaron brillando los secundarios, se convirtió durante el resto del primer parcial en el esperado duelo entre Navarro y Reyes. Dos símbolos que asentaron a sus equipos. El escolta catalán, con 7 puntos, dinamizó el ataque del Barça. El pívot cordobés, con 8, se fajó con su intensidad habitual contra una muralla de hombres mucho más altos. Porque los azulgrana, aunque sufrían en el rebote, encontraban más facilidad para anotar en la zona.
Tras la poesía del primer cuarto, llegó el trabajo de albañilería del segundo, y ahí sacó ventaja un Barcelona que creó un cortocircuito en un Madrid que jugaba con un Raúl frío y unos desaparecidos Hosley y Hervelle, y que vivió durante más de seis minutos de un solitario triple de Bullock. Para entonces ya se había agigantado la figura de otro jugador tremendo y en un gran momento: Fran Vázquez. El gallego se bastó para asustar al Madrid (3 tapones), equilibrar la épica lucha por los rechaces y lanzar a su equipo con cinco puntos seguidos y un precioso alley-oop tras pase de un Sada infinitamente más valioso (12 asistencias) que el melancólico Barrett.
Los azulgrana mordían en defensa con Vázquez dentro y Basile fuera, y sólo algunos ataques demasiado precipitados le impidieron dar el primer hachazo serio. Con más puntos de Bullock y más rebotes en ataque, el Real Madrid volvió al partido (38-33), a pesar de lo poco que aportaban un ausente Hosley, un atropellado Massey y sobre todo un Hervelle al que su nuevo rol en la plantilla, tras la llegada de los americanos, le tiene con el ángel escondido. El belga, encogido, encaró dos veces el aro. En la primera acción se llevó un tapón tremendo de Vázquez. Después, con esa acción en la memoria, falló solo debajo de canasta. Con el Madrid ya sin tiro exterior y penando para sumar puntos (9 en el segundo cuarto), el Barcelona golpeó con su máxima ventaja sobre la bocina, tras triple de Andersen (44-33).
El Barcelona despega a pesar de Felipe
El Real Madrid sabía que la inercia del partido apuntaba a que el Palau, como un agujero negro, se tragara su buena racha y sus buenas sensaciones. Pero el tercer cuarto no trajo un volantazo blanco, sino el despegue definitivo del Barcelona. No por aplastamiento, sino más bien por lógica. Fue un distanciamiento progresivo, motivado por factores de juego y retrasado simplemente por el trabajo y la fe salvajes de Felipe y lo que podía aportar Mumbrú. Pero eso era todo para un Madrid que veía como la distancia pasaba de rondar los 10 a establecerse en torno a los 15 y de ahí a flirtear con los 20. Los de Xavi Pascual eran mejores en las dos zonas y demostraron contar con mucho más fondo de armario, lo que le permitió ser más intensos y encontrar siempre soluciones. Plaza lo intentó con una zona 2-3 agresiva, pero no tuvo ningún efecto porque la barrera caía a manos primero de Ilyasova, después de Andersen... En el bando contrario, las valoraciones positivas las concentraban muy pocos nombres, mientras demasiados quedaban, según el caso, difuminados, escondidos o retratados.
El último aliento del Madrid le acercó a 14 puntos, pero el Barcelona no tuvo asomó de duda y se disparó a un 65-47 que dejaba el clásico visto para sentencia con un cuarto por disputar. Para entonces, los locales ya habían volteado las dos estadísticas que le habían herido de salida: reboteaban más y sumaban un estratosférico porcentaje en tiros de tres a medida que al Madrid el aro se le encogía cada vez que lo afrontaba desde más allá de cinco metros.
El último cuarto comenzó con un triple de Hervelle pero cualquier atisbó de insensata esperanza murió con la respuesta azulgrana: otro triple, de Basile, y una canasta para llevar la ventaja por fin a los 20 puntos (70-50). El Palau, en éxtasis, cantó victoria. Con la plantilla del Barcelona, incluso sin Lakovic, y con el ambiente de las grandes ocasiones, asaltar el feudo azulgrana es tarea titánica. Ya lo han aprendido esta temporada grandes de Europa como Panathinaikos y Montepaschi, y ahora también lo sabe el Real Madrid. Los de Plaza fueron el equipo esperanzador de Moscú sólo durante un cuarto. Después cayeron víctimas de la inferioridad, sin poder dar más. Ni Hosley, ni Massey, ni Hervelle, ni Raúl, ni Tomas, ni siquiera Bullock a pesar de un puñado de buenas acciones... nadie se unía al intento de resistencia de Felipe; nadie excepto Mumbrú, finalmente abrumado por la carga defensiva rival.
Sólo en los minutos de la nada se vieron unas pocas buenas acciones ofensivas del equipo blanco y puntos de Hervelle. Eso evitó una sangría mayor en un marcador al que apenas miraba ya un público que disfrutaba de la victoria antes de la carga final (87-67) del tremendo proyecto azulgrana. Pese al problema en el puesto de base (ausencia de Lakovic y nula aportación de Barrett), el Barcelona resultó incontestable martilleando desde el exterior y dinamitando el partido por dentro con Ilyasova, Vázquez y el excelente Andersen. La sensación en el Palau fue que la diferencia es mayor de lo que mostraba la clasificación (un partido hasta hoy, dos ahora). Al Real Madrid, rendido a la lógica, le queda olvidar este partido y aferrarse al de Moscú. Ese es el camino para tratar de seguir creciendo.
Barcelona: Sada (5), Navarro (16), Barton (6), Ilyasova (11), Santiago (4) -cinco inicial-; Basile (8), Barrett (0), Andersen (22), Vázquez (7) y Grimau (8).
Real Madrid: Sánchez (2), Tomas (6), Mumbrú (15), Massey (6), Reyes (20) -cinco inicial-; Hosley (0), Hervelle (9), Bullock (7), López (2) y Llull (0).
Parciales: 27-24, 17-9, 21-14 y 22-20.
Árbitros: Hierrezuelo, Conde y Cortés. Eliminaron a Santiago en el Regal Barcelona.
Pabellón: Palacio Azulgrana. Lleno.
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