Jamás dos placas sobre la pared mostraron una amalgama de sensaciones similares: amor, rivalidad, pasión, tensión, nervios, alegría, llanto… En el barrio madrileño de Pan Bendito confluyen dos calles a las que dan nombre los equipos más importantes de la ciudad: la calle ‘Real Madrid’ y su perpendicular, la calle ‘Atlético de Madrid’. Dos vías que contemplan dos sentimientos que, aunque muy diferentes, les une cada día más. Están obligados a entenderse a diario y la convivencia es amigable pero, a pocos días del derbi, se mantienen los viejos amigos, pero nacen los eternos rivales.
Valentín es aficionado madridista desde que tiene uso de razón. Acude al Santiago Bernabéu siempre que puede para animar a su equipo y posee “el orgullo de pertenecer al mejor club del mundo”. Se levanta cada mañana a las 9:40 desde, curiosa casualidad, su casa situada en la calle ‘Real Madrid’ en el barrio madrileño de ‘Pan Bendito’. Suerte parecida a la de Felipe, “Atlético de corazón” que, a la misma hora y apenas con unos pocos metros de diferencia, sale de su casa, situada en la calle ‘Atlético de Madrid’, rumbo al trabajo. Posiblemente sus caminos jamás se hubieran cruzado si no fuera por una circunstancia que marca el día a día de los habitantes del lugar, ya que existe un punto determinado donde los caminos de ambos se dan de bruces: la intersección de la calle ‘Real Madrid’ con la de ‘Atlético de Madrid’.
Un día cualquiera el gesto de ambos habría sido muy distinto. Los dos habrían alzado sus cabezas e, interrumpiendo durante unos pocos segundos su camino, se habrían saludado deseándose un buen día hasta volver a cruzar sus vidas al día siguiente a la misma hora. Pero es semana de derbi. El trabajo puede esperar y Valentín, viendo venir a Felipe desde lejos, grita un vigoroso -“¡Hala Madrid!”- a lo que su vecino y amigo responde -“¡Aúpa Atleti!”-. Conforme se van acercando llega el momento de las cábalas y amenazas: -“¡Os vamos a meter dos por lo menos!”- dice Valentín -“¡0-1 y os quedáis sin la Liga!”- responde Felipe. Los dos llegan al punto exacto donde las calles ‘Real Madrid’ y ‘Atlético de Madrid’ confluyen (en lo que es una alegoría perfecta de lo que sucederá esta semana en el Campeonato Nacional de Liga), y ambos se dan un abrazo y posan con sus bufandas para la cámara de Realmadrid.com.
Pese a esta muestra de compañerismo y deportividad de nuestros dos protagonistas, la rivalidad se hace patente en la zona. Cuando se dio nombre a ambas calles, algunos de los vecinos que habitan en el portal que hace esquina con ambas, solicitaron el cambio de numeración y evitar así vivir en la vía a la que da nombre el equipo rival, una petición a la que el Ayuntamiento cedió y concedió (es importante sentirse a gusto en casa). Al paso, los vecinos van involucrándose en la tertulia futbolística que aún mantienen Valentín y Felipe: sacan a la luz sus deseos de revancha tras la victoria madridista en el Calderón y hacen gala de su enorme afición –“Yo tengo una bufanda colgada en la ventana”- decía uno de los vecinos en un discurso que se va alargando (los hijos pueden esperar en el jardín del colegio, la comida está a fuego lento y, después de todo, la casa no está tan sucia).
Faltan unos pocos días para que el balón eche a andar en un nuevo derbi madrileño. Seguro que las discusiones serán más intensas conforme se acerque el partido, y todavía lo serán más el lunes cuando toque volver al trabajo y reencontrarse con los viejos amigos y eternos rivales. Sin embargo, casos como el de Valentín, madridista ejemplar, y Felipe, atlético de pro, son un ejemplo de la armonía y la rivalidad sana y bien entendida de un barrio en el que todos los días del año son víspera de derbi.
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